A miles de personas se les ha caído el teléfono móvil al agua. Es un hecho inevitable, que nos trae de cabeza. En este sentido, quien más quien menos habrá vivido en carne propia o conocerá a alguien que haya visto cómo su preciado móvil caía en la bañera o en la piscina (un servidor por ejemplo). Un smartphone de última generación puede rondar los 600 euros de inversión que se esfuman en el mismo instante que se introduce en el agua, y por supuesto, la garantía del terminal no cubre estos casos. Es inevitable caer presa del pánico y darlo todo por perdido, pero al igual que los felinos, los móviles parece que tienen muchas vidas y es posible que podamos darles una segunda oportunidad tras la inmersión.